jueves, 27 de agosto de 2015

DESENTERRANDO UNA CARTA Y UNA FLOR: Mª JOSEFA LAPIEDRA MARTINEZ.




LA FLOR.

La imagen otoñal de Lapiedra martinezii, que sacamos (post oct. 2014) no le hace justicia a esta  Amaryllidaceae que dedicó Lagasca en 1816, a una dama gaditana de ese nombre afincada en Sanlúcar y esposa de Juan Antonio Martínez de Eguílaz (1755-1828).

Hace unos años en estos días de agosto que ya se percibe que acortan, pero aún hace calor, intentábamos desenterrar  el bulbo de un ejemplar de Lapiedra martinezii.
Llegamos donde el conducto subterráneo de la inflorescencia  con muchas llamativas y alegres florecillas casi todas abiertas, coincide con el nacimiento  de un escaso par de hojas a medio formar. Es un lugar bajo uno de esos peñascos calcáreos donde pronto aparece la roca impenetrable tanteando la cual, desistimos de continuar buscando el dichoso bulbo tunicado, del que llama la atención la gran profundidad a la que puede encontrarse, así como la evidencia que de continuar escarbando, aún en plan arqueológico, la integridad del vegetal corría peligro.
Pronto advertimos  que esta adaptación a suelos someros sobre la caliza roca madre, si bien no convierte a Lapiedra en rupícola, la obliga a adaptaciones similares a las denominadas especies  edafófilas, lo que les permite entre otras cosas prosperar en esos hábitats y florecer en los días de más rigurosa canícula.  

El resto de su ciclo vegetativo de la martinezii solo son visibles fuera de la tierra sus caracteristicas hojas.



Mucho debía estimar a Josefa el botánico Mariano Lagasca para dedicarle (1816) esta rara preciosidad, aunque en realidad fue Clemente quien la apoyó en el inicio de sus inclinaciones botánicas.

LA CARTA
Simón de Roxas y Josefa Lapiedra (1775-1858), debieron conocerse el verano de 1803 en Sanlucar, él estaba alojado en la hacienda de Francisco Therán,  hombre de confianza de  Francisco Amorós de quien era cuñado pues este marques de Sotelo, estaba casado con su hermana Josefa Therán Palacios y era entonces secretario de Godoy, por lo que estaba al tanto de todos los detalles del viaje a Marruecos.  Ese otoño representó al Generalísimo en los fastos de su nombramiento como Regidor Perpetuo de la villa. 

Francisco Amorós y Ondeano, Marques de Sotelo (Valencia 1770 – Paris 1848)
Ella era la esposa de Juan A. Martinez Eguilaz  a quien Esteban Botelou califica de hacendado inteligente y muy zeloso de los adelantamientos rurales. No es difícil imaginar las animadas e interesantes tertulias en el agradable ambiente de ese verano, realzadas por la figura del viajero naturalista de la corte, al que todos acogieron familiarmente y en las que pronto los presentes, todos de la élite ilustrada, miembros de la Real Sociedad de Amigos del País de Sanlúcar e interesados en el pulso y los avances de la agronomía, pudieron  apreciar con admiraron la depurada visión que podía ofrecer, así como la impresionante formación y erudición del joven Simón de Roxas que en la dedicatoria de su Ensayo sobre las variedades. . . escribe: “. . . aquellos días memorables para Sanlúcar y los más hermosos de mi vida. . . 





Vista actual del Pinar de la Algaida en Sanlúcar, plantado en 1803 con ocasión de las celebraciones en que se nombró a Godoy regidor perpetuo de la ciudad.


En esos días felices nació y echó a andar  la idea del Ensayo y se fraguó la amistad con el matrimonio Martínez Eguilaz, Clemente advirtió las aptitudes y el sincero interés por la botánica de Josefa  y no dudo en iniciarla y conectarla a la red de colaboradores de Real Jardín Madrileño.

Descripción de esta variedad Martinecia dedicada a la familia Martínez- Lapiedra en la edición del Ensayo sobre las variedades de la vid común que vegetan en Andalucía de 1879.

Tras su intenso viaje granadino, la muerte de su mentor Cavanilles, su nombramiento como bibliotecario del Real Jardín de Madrid,  profesor y redactor del Semanario de Agricultura y Artes, a Clemente le queda aún por cerrar el círculo que comenzó aquel ya lejano verano, pero no será hasta el del 1807 cuando vuelve a Sanlúcar con su Ensayo al fin publicado, a servir su nueva plaza en el nuevo Jardín de Aclimatación de la Paz.


Imagen del Jardín de Aclimatación de la Paz en Sanlúcar inaugurado en 1807.
Pronto tras el reencuentro  todo ese mundo entrañable de Sanlúcar se hará añicos con los tumultuosos acontecimientos de 1808, primer acto de un drama que ira in crescendo tras la invasión francesa de Andalucía, desconocemos detalles de cómo trataron esos malos tiempos a la familia de Josefa.  


Es probable que volvieran a reunirse en Sanlúcar donde Simón de Roxas pasó la navidad de 1809, al cuidado de los camélidos traídos de Sudamérica que llevó al Jardín e igualmente es probable se vieran en los años siguientes, con la ciudad ya ocupada por las tropas francesas. Pero Simón de Roxas partió apresuradamente  de Andalucia con la comitiva de  Jose Bonaparte y tras permanecer en Madrid y tras una breve estancia en Malaga, acabó en Titaguas (1812).

Igualmente es probable que se vieran fugazmente años más tarde con ocasión de su viaje a Cádiz en 1814, Martínez fue elegido alcalde de Sanlúcar y Simón de Roxas designado como naturalista por Felipe Bauzá para el proyecto de su dirección el Mapa Topográfico y Estadístico de la provincia de Cádiz, que no se realizó.
Pasaron tiempos difíciles para Simón de Roxas hasta que al fin en el trienio liberal, fue propuesto el primero de la lista por Valencia como Diputado a las Cortes de 1820.
En esos días próximos a su nombramiento recibió la carta de Josefa que reproducimos con la ortografía de la época.

Sanlucar Julio 28. 1820.
Apreciable amigo. No haviamos manifestado á vm. nuestra gran satisfacion al verlo elegido Representante, porque no saviendo nada de su ultima enfermedad, y haciendolo ya en buena salud, se resentia un poquito ntro. amor propio de que no nos manifestase vm. alguna vez, por su memoria, correspondernos al mayor y mejor afecto. 
Sentimos en el alma, los padecimientos de.vm. Pero llegó la epoca de aliviarlos, y de dar la carrera, auxilios, satisfacciones y recompensas, al merito, para conservar los hombres, utiles a la Patria. Vm. podrá travajar por ella, sin perjuicio de salud, disfrutando de estas devidas prerrogativas, que fortifican fisica y espiritualmte.
Hemos visto es vm. de la Comision de Agricultura: y me dice Martinez, no olvide vm. este Jardin de aclimatacion: el pobre de Delgado está en la mayor indigencia, pues no le pagan hace mucho tiempo. No nos ha quedado ningun otro exemplar del maiz de Borbon; pero es regular esté el que envié á Lagasca en la Direccion de Correos. La catastrofe de mi niña Andrea, no me dio lugar á guardar nada de esta planta.
Martinez no escribe á vm. porque el rigor de la estación, lo hace sufrir fuertemete de sus achaques. Reciba vm. su afecto y restablezcase como desea su afectisima . amiga. 

Mª Josefa de la Piedra.


Más fácil que desenterrar el bulbo de la amaryllidacea sin dejar de ser labor parecida, averiguar el origen de esta sentida carta. 
Apareció en el monumental Linneo en España (1907) número extraordinario del Boletín de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales, con el que la institución celebró el segundo centenario del nacimiento de Carlos Linneo.
Entre las numerosas colaboraciones que trae haciendo semblanzas de los autores botánicos españoles, encontramos unos Papeles de D. Simón de Roxas Clemente, aportados por D. Clemente Miralles de Imperial de Sarriá, Barcelona.


D. Clemente Miralles de Imperial y Jiménez de Frontín (1850-1925) origen de la imagen:

Estos papeles que se especifica pertenecieron a Simón de Roxas, actualmente pueden verse en 
son:
Versos de una inglesa a los dos viajeros de África (transcritos pero no traducidos).
Una carta de 26 de abril de 1820 del hijo de Badía solicitándole consejo y mediación para vender en Madrid, a un librero que pueda estar interesado en editarlo, el manuscrito del Viaje de Ali Bey.
La carta de Mª Josefa Lapiedra que reproducimos.
Una carta de 1821 de Francisco de Therán, su buen amigo y compañero de los mejores días de Sanlúcar, exiliado en Francia, con el que Clemente siempre se mantuvo en contacto.
Un pasaporte expedido en Titaguas para viajar a Madrid fechado en enero de 1823, que contiene una interesante descripción física.
Hay dos ilustraciones, una de su estatua en el Jardín Botánico de Madrid y otra del conocido retrato de perfil, se especifica que el clisé de este fue enviado por D. Vicente Guillén. Sin duda se trata de Vicente Guillén Marco (1853-1913) médico y naturalista estudioso de la cultura valenciana que participó en la obra con:  La botánica valenciana después de Linneo y de quien podemos encontrar una excelente síntesis biográfica y bibliográfica por José L. Fresquet Febrer en http://www.historiadelamedicina.org/guillen.html
Hemos podido ver que el remitente de estos documentos - que además debió transcribirlos - es D. Clemente Miralles, pero ¿cómo pudieron llegar papeles tan significativos a su poder?.

 EPILOGO

La carta de Mª Josefa tuvo respuesta, la comunicación interrumpida entre Simón de Roxas y su alumna se restableció y prolongó hasta al menos finales de 1826.