El Turia abandonando las riberas de la Rebollosa, receptor de las abundantes fuentes de Titaguas y eje de las laboriosas mediciones de Clemente. |
I.- Sobre la salud del
autor.
Lo primero que llamó
nuestra atención al revisar la ordenación por fechas de las mediciones de
temperaturas que Simón de Roxas realizó entre
1820 y 1825 fue la evidencia de la realización de un plan
trazado de antemano.
Al igual que en las
mediciones denominadas “nivelaciones” desde la cumbre de Mulhacen hasta Castell
del Ferro, (1804_5) su autor perseguía un doble objetivo:
1.-Recogida de datos de
los factores
abióticos o ambientales: variaciones altitudinales en el caso
granadino, variaciones estacionales de las temperaturas en el caso titagüeño.
2.-La correlación de estos con los fatores
bióticos mediante recogida y clasificación de los vegetales, líquenes y plantas vasculares mayormente en
Sierra Nevada, hongos musgos, líquenes y plantas vasculares en Titaguas.
Lo que convierte al visionario Clemente en adelantado pionero de
los estudios de ecología, pues es en la valoración de la influencia de estos parámetros en los
ecosistemas donde esta ciencia despega de la geología_edafología, la
climatología_meteorología y la botanica_zoología.
¿Cuando se van las
golondrinas, cuando están maduras las vides, cuando salen los rebollones?
Variaciones sobre un mismo tema en este caso titagüeñas a los interrogantes granadinos: ¿Por
que aquí ya no crecen palmitos, hasta donde vegetan los olivos, donde empiezan
a vegetar las sabinas?
Aprovechar mediciones para recolectar plantas y asociarlas a los datos, una ocurrencia de Clemente que le abrió las puertas a la comprensión de los ecosistemas. |
Lo segundo que nos llamó
la atención fue - pura admiración - la
mente privilegiada y el corazón a juego que tenía Simón de Roxas, ¿pero le aguantaba
el cuerpo?.
En su autobiografía
Clemente señala fechas al declive y deplorable estado de su salud
que le impiden por ejemplo
completar su colaboración para la reedición de la Agricultura General
Herreriana, a la que ya vimos (post de agosto 2013) que Sandalio Arias no dudará en echar un cable.
Como una brava paloma
torcaz herida que sigue volando,
Clemente aún colabora con Lagasca en el laborioso
diseño del acondicionamiento y la
recepción formal del último tesoro que salió de Nueva Granada, como así lo
manifiesta D. Mariano en carta a Humboldt
desde su exilio londinense en la significativa fecha de 3 Mayo de 1827
cuya narración seguimos:
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D. Mariano Lagasca (1776-1839) |
“Sabedor de que se habían perdido
muchísimos objetos de otras expediciones semejantes, y deseando evitar
sucediese otro tanto con los de la de Mutis, antes de entregarme de ellos, pedí
al Gobierno, que el Capitán Don Antonio Van-Halen, me los entregase con toda
formalidad bajo rigurosísimo inventario, y que asistiese a este acto otra
persona inteligente. El Gobierno así lo mandó, y nombró al efecto al Dr. Dn.
Simón de Rojas Clemente,
Bibliotecario del Real Jardín botánico. El señor Van-Halen, aunque no es
naturalista, es un oficial de mérito distinguido, que se había educado en una
de las escuelas de la
Marina Real española, de donde pasó al Ejército de tierra
durante la guerra contra Napoleón; apreciaba mucho lo que con tanto cuido había
traído, y tuvo la imponderable paciencia de asistir puntualísimamente a toda la
entrega, auxiliándome no poco en la
coordinación de los manuscritos.
Los inventarios están hechos con la
mayor escrupulosidad; todas las hojas de los manuscritos están rubricadas por
los tres; de manera que ni un solo dibujo, ni una cuartilla de manuscrito puede
faltar sin que sea por culpa del encargado de ello. Otro tanto hice con la
parte de herbario que yo pude colocar. Si algo faltare no será por falta de
previsión al formar los inventarios, será por descuido o por inmoralidad del
encargado, como sucede actualmente
con los objetos correspondientes a las expediciones del Perú y Chile, y de la Nueva España.
Los estantes están pintados al ólio,
tienen puertas dobles; además están forrados en hojalata por la espalda y por
todos los costados para que los ratones no puedan jamás horadarlos. Los
manuscritos y dibujos están además dentro de unas cajas bien cerradas que se
embuten en nichos practicados al efecto en dichos estantes. El papel para el
herbario es de folio mayor y de excelente calidad, hecho al efecto, y a toda mi
satisfacción. La pieza o salón, es
enjuto, y el más fresco de todos los edificios del jardín en el verano, en
dicho salón hay una mesa suficientemente ancha y del largo del mismo salón,
sobre la cual pueden compararse a la vez más de doscientos esqueletos de
plantas.
Hecho el inventario de los dibujos, y
casi para concluirse ya el de los manuscritos hice presente al Gobierno mis
ocupaciones, le pedí un profesor que me auxiliase, proponiendo à Dn. Simón de
Rojas Clemente y los libros necesarios para la publicación, y los antecedentes
indispensables para formar la historia de la expedición. Se nombró a Clemente como
yo pedía; pero sobre los libros y demás aún no se me ha contestado.
Ignoro si después de mi salida de
Madrid el 4 de abril de 1823 habrá adelantado alguna cosa en los trabajos de
esta expedición mi difunto amigo Dn. Simón de Roxas Clemente. Si algo ha hecho,
seguramente será muy poco, ya porque este encargo lo miraba él como un estorbo
que le impedía perfeccionar sus propias obras; ya por el estado valetudinario
de su salud desde 1819, y ya porque desde la entrada del Exto.
de Luis 18 en Madrid hasta el
Septiembre de 1825 estuvo separado de su destino, y desterrado de la Corte por haber sido
diputado en 1820 y 21. El conjunto de estas circunstancias, y el dolor que le
causaría, como amigo que era de la libertad, el ver à su Patria sumergida en
los horrores de la esclavitud, me persuaden tristemente que poco habrá
adelantado.”
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Alexander Von Humboldt (1769-1859) naturalista y viajero aleman admirado por Clemente. |
No resulta demasiado
difícil percibir en ambos naturalistas cierta aprensión a estos materiales pues
tanto a Lagasca como a Clemente no debía ocultárseles el carácter de despojo de guerra, que probablemente
en ellos, pesaba más que el inestimable valor científico de la colosal obra de
D. Celestino y nos resulta sugerente
pensar que particularmente Clemente no debía ignorar la afición a la recogida
de datos sobre el clima del gran naturalista, discípulo del maestro Mutis,
patriota y mártir: Francisco José de Caldas.
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Francisco José de Caldas (1768-1816) |
Ciertamente Lagasca pone
fecha a un primer ataque de la enfermedad- fiebre amarilla- que acometió a
Clemente, en el curso del cual inevitablemente tendría ocasión de
familiarizarse con una prosaica actividad: tomarse la temperatura.
Véanse de este mismo autor-
su compañero y amigo- otra valoración en esa misma época, del estado de salud de
Clemente en los comentarios a la supuesta autobiografía publicada tras su
fallecimiento en la Gaceta
de Madrid:
Nosotros si sabemos de sus trabajos en este tiempo y
desde luego para Clemente no fueron de poca importancia.
Logró restablecerse lo suficiente para continuar la labor
con una abnegación y esfuerzo del que estas mediciones, que difícilmente
seriamos capaces de repetir con los medios actuales sin un costo elevado, son
sólo una muestra, pues además de hacerlas a sus expensas, asociandolas a los vegetales que a la vez recolectaba, se obró una casa,
mantuvo un huerto, continuó sus escritos y correspondencia, todo con unos medios tan irrisorios como
heroicos.
Solo añadiremos una
prueba más: Colmeiro señala en su transcripción de Plantas de Titaguas: “. . . Unos 140 son los
hongos de Titaguas descritos por Clemente en el otoño de 1824...”
Su singularísimo
pulso con su propio destino tenía premeditación (
sabemos que hay constancia documental de un termómetro
de Reamur que le fue prestado a Clemente
por el Jardín el 10 de noviembre de 1820. (Comunicación personal de su biógrafo
F. Martín Polo), no tenemos noticia de la carta de marzo de 1826 que menciona
Lagasca, de la que agradeceríamos. . . .
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Actual fuente de la Tosquilla |
II.- El cambio climático.
Tal vez estas notas exciten la curiosidad de algún
climatólogo profesional o aficionado, pues verdaderamente la repetición actual de las mediciones 200 años despues es factible.
La mayoría de los numerosos manantiales y enclaves que visitó Simón de Roxas siguen fluyendo, pero la magnitud y el coste de la tarea no es manca.
No siendo especialistas en este campo poco podemos aportar más allá de la ayuda desinteresada de amantes y regulares conocedores del territorio, pero establecer un plan de trabajo con las adecuadas directrices de esta ciencia en el s.XXI nos sobrepasa.
La mayoría de los numerosos manantiales y enclaves que visitó Simón de Roxas siguen fluyendo, pero la magnitud y el coste de la tarea no es manca.
No siendo especialistas en este campo poco podemos aportar más allá de la ayuda desinteresada de amantes y regulares conocedores del territorio, pero establecer un plan de trabajo con las adecuadas directrices de esta ciencia en el s.XXI nos sobrepasa.
Habitantes más de 20 años en La Rebollosa vinculada a cuatro de estas aguas titagüeñas: la Fuente del Rebollo, el
Turia, el reguero del Batán y la Fuencaliente del Cañar, restauramos esta última,
perdida la anterior restauración de los antiguos renteros y la hemos analizado
(es bicarbonatada cálcica) y medido su temperatura en numerosas ocasiones,
oscila entre 13º y 13,5 º Celsius, saque cuentas el que quiera.
Lecturas complementarias
Tentativa liquenológica Andaluza
Ocios de los españoles emigrados Julio 1827
Dos cartas inéditas de Lagasca a Humboldt
Hª Civil, Natural y Eclesiastica de Titaguas
Lecturas complementarias
Tentativa liquenológica Andaluza
Ocios de los españoles emigrados Julio 1827
Dos cartas inéditas de Lagasca a Humboldt
Hª Civil, Natural y Eclesiastica de Titaguas