lunes, 6 de febrero de 2012

Simón de Roxas Clemente, una aventura romántica de la ciencia en la última ilustración española.

De los escritores ilustrados del XVIII, no son los menos interesantes los que participaron en las expediciones científicas, o emprendieron una aventura de reconocimiento del territorio a través de la ciencia o el arte. En un corto espacio de tiempo; tres siglos atrás, se produjo la metamorfosis en la apreciación de los paisajes y la Naturaleza, comenzando la era de los viajeros románticos. Entre ambos al principio apenas hay sutiles diferencias, veamos por ejemplo en: estos párrafos de “Las Observaciones…” de Cavanilles publicados en 1797:
“Apénas termina la preciosa huerta de Tuexar caminando hácia el norte se ven los manantiales, y algo mas arriba la fuente, que como queda dicho dan orígen al rio de Chelva. Mas adelante empieza un grupo de montes, que continúa como legua y media sin mas interrupción que profundos barrancos, cubierto enteramente de pinos ó de monte baxo… Despues de haber entrado en aquel desierto como media hora, se atraviesa la rambla que baxa de Alpuente . El sitío infunde miedo, porque sin encontrar vivientes se camina por entre pinos, peñas y maleza, ya por lo mas hondo del barranco del Frayle, ya por las laderas y raices de los montes : apenas en parte alguna se descubre el cielo . . . Estos objetos observé en el fastidioso espacio de dos horas hasta salir del monte para entrar en el campo de Chelva , y descubrir las villas de Titaguas y Alpuente.”
En contraste estos, de un viaje de Titaguas a Cuenca de su discípulo Simón de Roxas hacia 1825:
“La naturaleza se complace en ostentar sus primores y rarezas siempre bellas, en lo retirado y quebrado de las sierras, particularmente quiere que sus apasionados, renuncien y olviden los halagos y blanduras del artificio, para regalarles ella sus sencillas caricias”.
La actitud frente al mundo de la naturaleza se fundamenta en un complejo sistema de valores, que a la vez son los límites a nuestra percepción.
¿Que mecanismos permiten modificar estos y mutarnos en seres sensibles a frecuencias más finas?. ¿Nos hace esto más completos? ¿Que hemos aprendido desde los pioneros ambientales de hace tres siglos?
 La evolución de la conciencia medioambiental sigue un patrón similar al conocido vector de equilibrio de los ecosistemas: más estables cuanto más complejos.

Textos completos:
Cavanilles: 
http://books.google.es/books?id=lWai0DZtU9QC&printsec=frontcover#v=onepage&q&f=false

Simón de Roxas Clemente: 
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/1394809.pdf